Balaúa
Balaúa I
Hoy el autobús 22 me ha regalado uno de los momentos más divertidos de mi vida, tan surreal y azaroso como una película de Buñuel: mientras una maravillosa anciana sentada enfrente me hablaba de que su hijo vivía en la calle de ese cineasta tan famoso de cuyo nombre no se acordaba, aparecía Alberto Baeyens como por arte de magia de la nada -en un autobús atestado de gente- y yo caía en que hablaba de Buñuel. A esa conversación se ha sumado luego un señor igual igual que Popeye, que hablaba con soltura de las puertas y murallas que tuvo la ciudad de Zaragoza con la señora, erudita en la guerra de la Independencia «porque lo había leído muchas veces de pequeña», conversación a la que su nieta de 5 añitos y yo asistíamos embelesadas. Finalmente Popeye y la señora habían nacido el mismo año, el 42. Cuando mi heroína del 22 se ha bajado, ha rematado la faena una señora que parecía sacada -lo juro- de Pepi, Luci, Bom, de Pedro Almodóvar, sentenciando que esta dama no sabía todo eso por haberlo vivido, sino por haberlo leído, y yo he sentido que esto de leer, de ver cine y de la cultura, tenía una importancia suprema en ese autobús 22 que lleva de barrio a barrio de Zaragoza. Siempre bajo la atenta mirada de don Luis.
VCS
Zaragoza, 6 de marzo de 2014
Balaúa II
James Dean, un mito emocionante, un actor de raza, una sensibilidad fuera de los márgenes, mi actor de la adolescencia, hoy rescatado.
Balaúa III
La histeria es el sobrante del amor, ese gasto frenético que la psiquiatría es incapaz de canalizar y comprender.
John Cassavetes
Balaúa IV
No importa si cuando llama el amor yo estoy muerta. Vendré. Siempre vendré si alguna vez llama el amor.
Alejandra Pizarnik